Comentario
CAPÍTULO II
Extensión de la provincia Jesuítica del Paraguay, con otras particularidades
En aquel vastísimo continente de la América, hay reinos y gobernaciones. Los reinos son Perú, Chile, Quito y Nuevo Reino. Las gobernaciones, Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra. Todo se declara en el mapa. En estos cuatro reinos y cuatro gobernaciones tenían los Jesuitas cinco provincias: la del Perú, de Chile, de Quito, de Nuevo Reino y la del Paraguay: además de la otra grande provincia de Méjico, que tenían en la América Septentrional. En todas estas provincias tenían muchas misiones. Las principales eran las del Orinoco, las de Marañón en Mainas, las de Mojos y las de Araucanos. La del Paraguay comprendía en su extensión las cuatro gobernaciones: que vienen a ser tanto espacio como España, Francia, Italia e Inglaterra: y además de las famosas misiones de los Chiquitos y otras en las tres gobernaciones, contiene las de nuestro asunto, que vulgarmente se llaman DEL PARAGUAY, aunque las Cédulas Reales las llaman DOCTRINAS, no MISIONES; porque MISIONES sólo llaman a las que no tienen Cura colado: y éstas ha muchos años que lo tienen con presentación y canónica institución. Y todas pertenecen a la gobernación del Paraguay.
En tan largo espacio de estas cuatro gobernaciones no hay más que 15 poblaciones de españoles (ESPAÑOLES llaman allí a todos los que descienden de esta sangre, aunque sean nacidos allí). En Buenos Aires son cuatro: la de este nombre, Montevideo, Santa Fe y Corrientes: y más los tres pueblecitos de indios, que arriba apunté. En el Paraguay, tres: la Asunción (que ya dije llaman vulgarmente Paraguay), la Villa Rica, y la villa del Curuguatí. En Tucumán, siete: Salta, Córdoba, Santiago, San Miguel, Jujuí, Rioja y San Fernando. Y en Santa Cruz de la Sierra, sola la de este nombre. Todas estas jurisdicciones tienen tal cual pueblo de indios cristianos, pobres y pequeños. En todas estas ciudades tenían los Jesuitas colegio: y en las de Montevideo, San Fernando y Jujuí, residencia. Las distancias de estas poblaciones son entre sí tan largas, como se puede considerar en tan dilatada extensión, de cien y más leguas: y los intermedios están en parte poblados de pastores de ganados, y parte de indios infieles, ya de paz, ya de guerra. En el mapa no se ponen todas, sino la capital de cada gobierno, por estar en punto reducido: y tal cual de las más nombradas.
Todas estas ciudades y villas son de muy humilde fábrica, y de poca vecindad y comercio, excepto la de Buenos Aires, de quien ya apunté algo. En tan largas distancias de caminos, que se hacen en carros, o en mulas cuando la tierra fragosa no los permite: como no hay ventas, ni posadas, se lleva todo lo necesario, como en el mar, desde la sal, hasta la agua, que ésta falta también en parte, o es mala. Los ríos no tienen puentes: y algunos son muy caudalosos. Para pasarlos se llevan prevenidos cueros de toro. Se hace una pelota, o un cuadro de un cuero de éstos. Se levantan alrededor las orillas como una tercia, y se afianzan con un cordel, para que estén tiesas. Métese el hombre y las cargas dentro, a la orilla del río: y otro nadando va tirando de un cordel la débil barca hasta la otra orilla, o va desnudo encima de un caballo nadador. Sufre cada cuero de éstos doce o catorce arrobas: y pasa y vuelve a pasar hasta más de una hora, sin que se ablande. Así caminan los Jesuitas y toda gente de alguna distinción. Los indios y gente baja pasan los ríos nadando al lado o encima de sus caballos, y sus alforjitas en la cabeza. Todos, en aquellos países, caminan a caballo, porque las cabalgaduras son muy baratas, a peso o dos pesos cada caballo, y a dos o tres pesos las mulas. Están aquellos desiertos llenos de yeguas y caballos sin dueño, y no cuesta más que cogerlos. Así mismo las vacas son a peso; y si es gorda, a dos; y las ovejas, a uno o dos reales de plata. Allí no hay vellón. La menor moneda es medio real de plata: y por la mayor abundancia de este metal que hay allí, se estima un peso como en España un real. Las cosas que van de España son las que allí valen mucho. Los Jesuitas de esta tan dilatada provincia eran cuatrocientos y tantos: ahora, después de tantos muertos en tantos trabajos de mar y tierra, hemos quedado en 330. Dada ya alguna noticia de los principios políticos del Paraguay, y de la extensión de la provincia Jesuítica, vamos a las antiguas Misiones.